¿Hay alguien que no quiera ser feliz? Esta pregunta la hemos realizado en varias ocasiones y por lo general todos quieren ser feliz. La pregunta que surge de forma inmediata es, si todos lo buscamos, ¿por qué el caos se sigue incrementando?
Gran parte de mi vida he vivido buscando cosas, buscando crecer, buscando perfeccionarme, buscando nuevas tecnologías, buscando aprender, compartir lo aprendido, seguir buscando más y más. Sin embargo, algo sucede cuando alcanzas lo que deseabas y es que a deseo alcanzado deseo desechado. ¿Por qué? Se supone que debería darnos la tan anhelada felicidad, pero esto no dura más que un segundo y luego comienza nuestra mente concreta a indicarnos que algo nuevo se debe realizar, porque nos dará más felicidad o plenitud. O, por el contrario, nos quedamos recordando ese gran éxito alcanzado por días, semanas, años o incluso lo que resta de vida.
¿Cuál es el patrón que se observa en este último párrafo? Que cuando la felicidad se vincula al tiempo se desvirtúa. Si yo quiero llegar a ser feliz, esto implica que necesito tiempo para alcanzarlo y ahí está la trampa. Por otro lado, si vinculo la felicidad a una cosa o situación externa, al momento de lograrlo, si el tiempo se detuviese experimentaría la plenitud, pero la cosa o la situación no es estática, es dinámica y como el tiempo sigue corriendo y yo me alejo de lo logrado, genero una nueva necesidad con el afán de volver a experimentar esa plenitud.
También se ha indicado que uno decide ser feliz, que no se debe asociar a nada externo, porque la felicidad es una decisión personal diaria. Hasta ahí todo bien, sin embargo, existe la creencia de que la felicidad o la plenitud implica no volver a vivir una situación incómoda, de necesidad o de caos. Se cree que uno nunca más vuelve a tener pensamientos negativos, no discute, no genera prejuicios, no se frustra, no se equivoca, no llora, …no cambia. Y como se cree en el modelo ideal, uno se esfuerza por lograr (tiempo) el tan anhelado estado de felicidad constante. Si este estado se alcanza, significa que se necesitó tiempo para ello y como ya vimos, al momento de lograrlo comienza nuevamente la mente concreta a generar desorden porque lo alcanzado ya se cumplió y como la vida continúa pasando nos lleva a la frustración.
¿Y si ser feliz fuese algo tan sencillo como ser uno mismo? Esto también se ha experimentado asociándolo al tiempo y se ha vuelto a caer en otra ilusión. ¿Por qué? Porque uno suele creer que no cambia. Que ser auténtico es no cambiar y no hay nada más peligroso que no cambiar. Porque la vida cambia constantemente y al tratar de adaptar la vida a mi forma, mi estructura, mi orden, termino generando mayor sufrimiento en mí, dejo de entenderla, comienzo a criticarla, comienzo a encontrar millones de errores, en otras palabras, dejo de vivir.